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miércoles, 28 de octubre de 2015

EPISODIO UNO: UNA "INSIGNIA" MUY ESPECIAL

Regalo escolar por el día de la madre
Bajo el cielo de Magdalena pude estar seguro que ningún pecho quedó más huérfano del amor de una madre como el mío.
















Cuando se ama al colegio donde estudiaste como amo yo al Alejandro Deustua, solemos decir que lo llevamos en el corazón. Pero somos unos pocos quienes podemos presumir que llevamos su huella en otras partes del cuerpo. Literalmente. 

Ocurrió que en la primaria elaboramos un obsequio para nuestros madres en su día. Se trataba de una especie de portarretrato hecho de manera artesanal con implementos de uso cotidiano. Sobre una superficie cuadrada y casi del tamaño de una agenda debíamos ir disponiendo unos fideos en forma de moño por todo el contorno de manera que cuando quedaran pegados llenen en vueltas sucesivas todo el cuadrado dejando un vacío en la parte central. Justamente allí iría la foto de la madre de uno seguramente con un mensaje escrito al pie. Una capa de barniz disimulaba el aspecto hosco del obsequio. 

Pues bien, terminado en clase este artefacto de nuestro amor filial nos dispusimos a llevarlo a las casas para entregárselo a quien correspondía. El mío no lo guardé en la mochila sino que lo llevaba en el regazo quizá ensayando la mejor forma de sorprender a mi mamá. Y como debíamos formar previamente en la salida antes de abordar la movilidad rumbo de regreso, la demora dio pie a que se exhibiera mi intento fallido de portarretrato. Se lo pasarían de mano en mano los curiosos de rigor hasta que llegó al poder de un niño, tal vez de otro grado mayor, que tras escrutar sin piedad el regalo de marras y mirando con desprecio la foto de mi progenitora se permitió lanzar la peor afrenta que un niño pueda tolerar sobre su madre:


 -"Puaffff.... Tu mamá es bien fea, oye." 


 El sol se apagó en ese instante en mi pupila que titilaba de ira como una canica dentro de su estuche.


Para entonces era un alumno tímido y muy tranquilo pero hay agravios que sublevan y todavía más cuando has depositado todo tu amor en un trabajo de artesanía dedicado a la persona que a los siete u ocho años idolatras: tu madre. Así que me le fui encima y dejé que la adrenalina y unos puños bien puestos dieran cuenta del faltoso. 


El tiempo ha difuminado los detalles del suceso pero lo concreto es que algún momento de la bronca yo yacía tendido de espaldas en el suelo con el oponente a horcajadas sobre mí devolviéndome los golpes. Sometido como estaba en esa posición tan desventajosa mi venganza filial de pronto se había convertido en una dolorosa paliza, no de padre, sino de MADRE y señor mío. Uno de los tantos golpes que recibí me dio directo en la nariz con tal potencia que me desvió el tabique. 


Aquel día, con el rostro entre las manos, al pie de una de las verdes columnas del patio de primaria que supo de mis miedos, bajo el cielo de Magdalena pude estar seguro que ningún pecho quedó más huérfano del amor de una madre como el mío. 


Y así fue como terminó mi intento frustrado de reivindicar el honor de mi mamá. Supongo que lo conseguí, mas a un alto precio, uno tan alto que desde entonces llevo en la nariz, literalmente, una "insignia" deustuana. Por eso mientras gran parte de nosotros puede vanagloriarse de llevar al Alejandro Deustua en el corazón, hay quienes lo ostentamos en otra parte del cuerpo, menos decorosa digamos. 


Como balance de esta historia debo decir que siento orgullo de haber actuado como lo hice y seguramente aquel día mi madre recibió un doble regalo, uno más abnegado que otro. Pero al mismo tiempo, transcurridos ya los años, cuando me miro al espejo y reconozco en ese reflejo las secuelas que me dejó el colegio, con los calendarios acumulándose en mis espaldas empiezo a sospechar que si acaso mi desdichada cama vacía y una soltería  prácticamente "sin estrenar" tengan mucho que ver con mi falta de destreza pugilística de aquel lejano día. Y entonces con la ambigua satisfacción de tener a mi querido colegio literalmente tan presente en el rostro, solitario sentencio cabizbajo:


"Hay golpes en la vida... tan fuertes... YO SÍ SÉ..."