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domingo, 31 de julio de 2016

LAS CARPETAS TAMBIÉN SE ENAMORAN

Enamoramiento escolar

Celebramos este día de San Valentín reseñando el que bien podría ser el amor más romántico de cuantos florecieran en las aulas de nuestro colegio Alejandro O. Deustua.


Él estudiaba en el turno de la tarde. Ella, en la mañana. No tenían forma de coincidir como sí ocurría naturalmente con el resto de nosotros. Una ventana melancólica y una mirada que se extraviaba sin respuesta a través de ella era todo lo que los unía.

Pero el amor que todo lo puede se abrió paso por esta fatalidad de no conseguir encontrarse.

Así, entre el rectángulo de una pizarra con su serie de enigmas descifrados y el polvo de tiza que lúgubre se desprendía de ella, sobre el mismo tablero de una carpeta, una mano trémula escribe esa ansiosa interrogante que solo puede dictar un corazón cautivo.

Al día siguiente, tras el otro turno de estudiantes, la misma mano que interrogó se estremece al descubrir la respuesta de quien apenas podía ver. Ella le había escrito un escueto pero fantástico sí.

Desde entonces una ferviente pasión estudiantil tuvo en la complicidad de mensajes disimulados en aquella carpeta, el singular medio para arrullarse el amor que la distancia enmudecía.

Hoy, muchos años después, en un aula ahora silenciosa, más allá del olvido, más allá del tiempo que todo lo hiere, en una oscuridad fortuita, entre el polvo y las telarañas, gime aún las entrañas de la madera de una carpeta enamorada. Gime de amor, ternura y piel.

¡Felicidades, Daniel y Graciela!

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