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sábado, 14 de septiembre de 2019

PARA ELLA

                                             



   Desde luego no puedes ver lo que veo yo ahora mismo. Esta hoja en blanco que pregunta por ti, que te busca en el asomo de esta precisa idea que va descubriéndose en cada letra que surge detrás de la última escrita, como si a cada nuevo paso del andante se le creara la parte del camino que le falta en medio de la nada para no caer. Por eso cada palabra te interroga con pesar porque a medida que brotan y se dispersan en esta soledad perfecta de la hoja vacía, la angosta realidad de sus renglones les hace saber de todas tus ausencias. Y esta misma exacta palabra que nada tiene tras de ella mientras la escribo, en el abismo de las cosas aún por decir, se detiene ante lo desconocido y te aguarda. Vanamente.

   No te he nombrado, es cierto. Pero, ¿hace falta? Yo sé que tú sabrás que esta carta es para ti y eso es suficiente. Incluso si no la leas pues no tengo forma razonable de enviártela, salvo la fe prestada a un náufrago que arroja su mensaje en una botella indefensa al mar, incluso si la muerte te ha superado y te busco infructuoso entre los vivos, esta carta sin dirección en el rótulo en que se pliega, sin nombre que pronuncie el cartero, sin la arroba que una multifacética araña pueda desplazar, permanecerá como si estuviera siempre extendida en pos de ti, de la piedad de tus ojos por justificarla, de la línea imponiéndose en tu frente para que me pienses, y si es así, si tal es el destino huérfano de esta carta, créeme que no reprocharé que vuele con la hojarasca en el otoño y el viento le arroje un rumbo sin rumbo.

   Ha pasado el tiempo suficiente para no tener el pudor de decir que mis días transcurren obviándote por completo. Supongo que algo así de cruel me dirías si pudieras. Y lo extraño es que no tendríamos que perdonar nuestra crueldad. Incluso el pretendido perdón quedaría fuera de lugar si en un azar del destino, la múltiple ciudad que nos acoge empequeñece para nosotros en una remota esquina, sin izquierda ni derecha que nos aparte, con la misma alerta de verde relampagueando para ambos en el esbelto semáforo y de pronto tus pasos y los míos coincidan. ¿Qué nos diríamos? O más aún ¿nos diríamos algo? O peor aún ¿nos reconoceríamos lo suficiente? O tal vez ya nos vimos… y olvidamos que nos vimos.

   Y sin embargo alguna parte de ti no acaba de desprenderse de aquella sinuosa habitación donde anochecen los recuerdos, y entre el dentífrico detrás del bulto, o la clave de un mercenario cajero automático, persisten diluidos y adulterados pero persisten al fin, los retazos de un amor que por profundo y bello debo convencerme no sea un ardid del sueño. Ya no hay poesía en la mirada de aquella esquina donde nos besábamos y puede que al pasar por ella divague ocioso en su color. El polvo y un espacio vacío han terminado usurpando el lugar de tus cartas y fotografías. Pero en altas y hondas noches como esta, tan dolorosamente distinta a otras noches antiguas en que desde la almohada murmuraba tu nombre y evocaba tu cuerpo, en que estaba enamorado de ti y eras un futuro infinito más allá de todo lo visible y deseable, en noches como esta dejo caer todas mis dudas y encargo tembloroso a unas líneas que sean las que pregunten por ti, por todo lo que ahora me es ajeno, tu rostro ido, las huellas que dejas bajo la lluvia, el cóncavo lugar que las calles ceden para dejarte pasar. ¿Estarás bien de tus ojitos y los lentes de contacto ya no te irritan? ¿El marshmallow sigue siendo tu golosina favorita? ¿Acaso Bon Jovi continúa pareciéndote el hombre más guapo?

   Añoranza tras añoranza, golpe tras golpe en el corazón, puedo darme cuenta que esta carta ha ido abriéndose paso desde el envejecido ayer hasta este tiempo en que no nos pertenecemos y ahora me tienes en tu sala que no conozco, rodeada de gente que no puedo imaginar, persiguiéndote entre tu desayuno y la cena que no pagaré. Lamento el estropicio. Confío en que tú que siempre has sido más sabia restaurarás todo a su lugar y tendrás el buen de gusto de ignorar lo escrito. Y entonces un nuevo olvido será la apropiada fosa de nuestro amor.

                                                                                       
                                                                                                                                       DANY

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